domingo, 27 de febrero de 2011

Svenk Nikvist












  CULTO A LA LUZ

“Como profesional soy humilde y perfeccionista. La humildad la aprendí de Albert Schweitzer; tener paciencia y salirse con la suya sin levantar la voz. Y fue él también quien me proporcionó mi primer lema, , paráfrasis del suyo, ...”
Los grandes cineastas suelen aparecer rodeados de fieles colaboradores que en la mayoría de los casos han contribuido, a veces de forma callada, a crear su estilo y, por tanto, su grandeza. Cuando pensamos en directores de fotografía esa asociación rápidamente nos sugiere algunos nombres, como Gregg Toland y el estilo visual de Orson Welles. O Néstor Almendros y las delicadas imágenes de François Truffaut. Y, por supuesto, Sven Nykvist y su continua investigación de la luz natural en el cine de Ingmar Bergman.
Un fotógrafo cuya obsesión fundamental fue trabajar con la luz lógica, incluso si era posible sólo con la luz natural, evitando todo artificio y el exceso de iluminación tan habitual en el cine clásico.
“No cabe duda de que fue Ingmar Bergman el que me enseñó a sentir veneración (respeto, gratitud) por la luz, la luz real, verdadera y viva. (...) Fue trabajando con aquellas películas en blanco y negro (Como en un espejo, Los comulgantes, El silencio, Persona) y luego en las películas en color (Pasión, Gritos y susurros). Veo estos seis títulos como puntos de referencia en mi camino hacia el descubrimiento de la luz...”
La relación de Bergman-Nykvist-La Luz tiene su primer eslabón en la película El manantial de la doncella, donde por primera vez comienzan a eliminar las luces ilógicas, los bellos contraluces y, en general, todos los efectos artificiales.
Sin embargo, es en sus siguientes cuatro títulos, todos ellos filmados en blanco y negro, donde su estilo adquiere cartas de nobleza: desaparece cualquier luz ilógica, pero las imágenes conservan una belleza difícil de explicar. Todo se reduce a la máxima sencillez y de ahí nacerá el eslogan de Nykvist para el resto de su carrera: “less is more” (menos es más).
“Fue también Bergman quien despertó en mí el interés por los rostros, y sus constantes cambios en los rasgos y en las miradas. La verdad suele anidar en los ojos del actor. Si muestran los ojos, desnudan su alma. Un rostro expresivo pude por sí mismo contar una historia. Una mirada puede decir más que mil palabras, parfraseando esa frase por la que obviamente tengo la mayor simpatía, incluso en su forma original. Si el actor es bueno y la química funciona, cabe arrancar su belleza interior, eso es pura magia...”
De los cuatro títulos que forman el “arco de la luz” de Nykvist y Bergman, el primero de ellos (Como en un espejo) supuso el primer gran desafío técnico, al rodar casi exclusivamente en amaneceres y atardeceres con las películas escasamente sensibles de la época. En Los comulgantes Nykvist inventó la luz indirecta, rebotando los focos contra unos bastidores de madera con papel vegetal, un tipo de iluminación que luego se ha utilizado casi continuamente para fotografiar rostros delicados. El silencio supuso un paso más en la valoración de las imágenes y de su sencillez, máxime si tenemos en cuenta que en la película apenas hay diálogos. En Persona el trabajo de cámara también se extendió a la composición, ya que es una película casi enteramente filmada en planos generales y primeros planos, con total ausencia de planos medios.
“No recuerdo a quien se le ocurrió la expresión para caracterizarme como fotógrafo, pero la oigo hasta cuando trabajo en Estados Unidos: una película de Nykvist, ...”
La llegada del color al cine de Bergman fue tardía y meticulosamente estudiada, hasta el punto de haber realizado numerosas pruebas con la reproducción de los rojos (como representación del alma de los personajes) antes del rodaje de Gritos y susurros. Ganar el Oscar a la mejor fotografía por primera vez (luego repetirían con Fanny y Alexander) fue uno de los muchos reconocimientos a la labor de investigación de este dúo incansable.
Hoy se recuerdan muchos momentos del cine de ambos. Muchas imágenes. Quizá Nykvist no quiere tener un estilo, aunque sus películas se reconocen, incluso cuando filma en Estados Unidos (los crepúsculos de El cartero siempre llama dos veces, la oscuridad de La insoportable levedad del ser, la luz lógica de Hannah y sus hermanas).
“(Bergman) en su libro tuvo la amabilidad de escribir: ...”

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