miércoles, 29 de junio de 2011
Sobre las guerras civiles de 1897 y 1904
"El pobrerío dio forma, color, violencia y fuerza a la guerra civil, pero la revolución la promovió el Partido Nacional, no el pobrerío. Este adhirió o fue conducido para fines que no entendía y no le concernían. ¿Qué podía significar para él la pureza del sufragio o la moralidad administrativa, cuando pensaba diariamente por comer? Los partidos políticos fueron a la guerra luchando por el poder, pero el campesinado fue en su anhelo inconsciente de romper -aunque fuera transitoriamente- su situación de miseria y sometimiento.
Si blancos y colorados transaban por el poder y llegaban a un acuerdo, el pobrerío no tendría más posibilidad de expresarse en otra algarada. Quedaría condenado a revivir siempre su lenta muerte cotidiana en las jornadas agotadoras del peonaje, la esquila, el abigeo, la prostitución, la emfermedad, o la nostalgia por la patria abandonada al emigrar. [...]
El pobrerío había protagonizado la guerra civil, pero no se había protagonizado a sí mismo. Su falta de conciencia de clase explica las contradicciones de la Revolución de 1904: degolló y ametralló a sus iguales en las cuchillas; fue conducido al combate por el caudillo más humano que jamás le dirigiera en los últimos años, y por el presidente de la República que en el siglo XX demostró mayor sensibilidad frente a los problemas que engendraba la miseria. Pero ni Batlle conocía a fondo los problemas rurales, ni Saravia pudo o supo interpretarlos. La divisa encubrió las diferencias sociales porque estas no eran sentidas y pensadas como tales. la clase alta rural -culta, y que tenía mucho que perder en bienes y haciendas- actuó, en cambio, [...] con lucidez. Ella sí demostró ser una clase con conciencia de tal."
BARRAN, J. P., NAHUM, B., "Historia rural del Uruguay moderno", T. IV, "Historia social de las Revoluciones de 1897 y 1904", Uru., B.O., 1972.
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