Si combinamos el estudio sobre la evolución formal del cine y el de las condiciones socio-económicas en las cuales se ha desarrollado, es decir, en el marco del capitalismo e imperialismo occidental; vemos que en las primeras décadas de producción, cuando nace y se organiza la forma narrativa, el cinematografo ofrecía la doble posibilidad de analizar el movimiento y permitir un mejor conocimiento de la realidad, por un lado, y la tentación de recreación de la vida, la ilusión de realidad, por otro.
No fue entonces la naturaleza del cine la que lo empujó hacia la segunda vía, sino la hegemonía de los hábitos culturales pequeño-burgueses. La progresiva estructuración de la ilusión de realidad no dependió de los principios visuales impuestos por la cámara, sino del deseo de crear un público manipulable.
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